Categorías
Blog

¿Cuándo un concurso de acreedores de una empresa es culpable?

Las empresas son entidades sometidas a riesgos muy diversos en su día a día. Uno de los riesgos más frecuentes es la insolvencia, que es la situación en la que una empresa no puede hacer frente a sus obligaciones de pago.

De cara a la situación de concurso, esa situación de insolvencia puede ser actual o inminente. La empresa es intervenida por el Juzgado de lo Mercantil, controlándose las labores de gestión y administración de la misma. Una vez finalizado el proceso, la empresa se enfrentará a dos posibles escenarios: un plan de pagos o la liquidación.

Ahora bien, el concurso tiene una causa u origen, por lo que los administradores de las empresas pueden ser responsables directos de la insolvencia. De este modo, el Juzgado de lo Mercantil puede calificar el concurso como fortuito o culpable.

¿Qué se entiende por concurso fortuito y culpable? ¿Cuáles pueden ser los responsables de esa situación? ¿Qué consecuencias pueden derivarse de un concurso culpable?

El concurso fortuito es aquel que se genera por causas ajenas a la voluntad del deudor, pudiendo producirse por situaciones desfavorables del mercado. En cambio, el concurso es culpable cuando la insolvencia se ha causado por el dolo o culpa del deudor. Además, hay situaciones previstas en la Ley Concursal que conllevan la declaración de concurso culpable, como el alzamiento de bienes o la aportación de documentos falsos, entre otras.

Asimismo, el responsable de un concurso culpable en una empresa puede tener distintos perfiles. Por lo tanto, pueden ser culpables de un concurso los administradores y liquidadores de hecho y de derecho, así como los directores generales y cómplices, de acuerdo con los términos contenidos en la Ley Concursal.

Finalmente, un concurso culpable tiene consecuencias directas ineludibles para sus causantes. Estas consecuencias son las siguientes:

  • La inhabilitación para la administración de bienes y la representación de cualquier persona (2-5 años).
  • La pérdida de los derechos de cobro que pudieran tenerse sobre el concurso de acreedores.
  • La posibilidad de cubrir la pérdida patrimonial de la empresa
  • El pago de una indemnización de daños y perjuicios
  • El enfrentamiento a un proceso penal en los casos más graves

En definitiva, un concurso no es una situación anecdótica para los deudores. Puede tener graves consecuencias que impidan el normal ejercicio de una actividad profesional o empresarial en un futuro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *